Candela Bado

/ Montevideo, Uruguay, 1991

A través de mi obra busco interpretar el poder que tienen los objetos y la relación que entablamos con estos. Nutriéndome de lenguajes visuales que manifiestan resistencia a la opresión, elaboro narrativas alternativas que se basan en la imaginación como fuente de conocimiento. El deambular por las calles permite explorar la relación dinámica entre el caminar y la escultura. Me interesan los objetos y situaciones que se caracterizan como itinerantes, buscando darle forma a aquellos instantes intemporales que encuentro dentro de la temporalidad del espacio. Caminar es como imaginar, debajo del primer paso que inicia el movimiento, se encuentran nuevos mitos.

Las obras con pies y manos de cerámica sobre extremidades de hierro o cobre, parten de nociones neoclásicas de escultura que se refieren a estatuas monumentales que retratan hechos históricos. En un intento por exponer las subjetividades de estas representaciones, experimento con la interrupción de la escala y la forma antropomórficas, utilizando técnicas de dibujo de dibujos animados para convertir estas partes del cuerpo en interacciones lúdicas y dinámicas.

Apropiarse de las características de las esculturas clásicas, iniciado mientras investigaba las ruinas de la Antigua Grecia en sitios históricos y museos. Esculturas que se convirtieron en la base del ideal occidental de belleza llevaron a cuestionar la relación que había establecido con estas representaciones. El concepto de patrimonio que se sustenta en la preservación de las ruinas también entró en mi trabajo luego de rastrear el proceso de categorización de las ruinas en la región del Río de la Plata.

Mientras estudiaba en Holanda comencé a trabajar con azulejos azules y blancos. Al apropiarme de una artesanía tradicional que se ha transmutado a través de siglos y continentes (porcelana china, cerámica de Delft, azulejo portugués), busco revisar su conexión con el comercio global temprano y los subsiguientes sistemas de valores que generó en la identidad cultural. Me interesa yuxtaponer nociones de alta y baja cultura, por ejemplo, dibujar con aerógrafo, usar el lenguaje del grafiti sobre azulejos blancos y agregar esmalte azul de Delft.

Una exploración recurrente en mi práctica artística ha sido con los lenguajes de los oprimidos, asimilando cómo los disidentes se manifiestan y sobreviven a la marginación. Lo que me interesa de las formas irreverentes de expresión es la agencia que surge de la precariedad. Como artista femenina en un país periférico de América Latina, reflexiono sobre las adversidades que condicionan mi práctica, para citar al artista brasileño Hélio Oiticica, “de la adversidad vivimos”.

Al trabajar con cerámica, he intentado volver a imaginar materiales y técnicas tradicionales más allá de los paradigmas establecidos. Me atrae la naturaleza contradictoria de los objetos, por ejemplo, la posibilidad de ser simultáneamente frágiles y fuertes. Al construir banderas y cadenas de cerámica, el material ha guiado mi proceso e informado su marco conceptual, lo que confirma que el trabajo puede plantear preguntas esenciales desarrolladas durante la experimentación.